En cuanto a la ganadería, abundan las acusaciones que denuncian su responsabilidad en el calentamiento global, pero seguimos presenciando la autorización de macrogranjas, por un lado, y una gran confusión sobre los distintos tipos de ganadería, por otro. Esta confusión, unida al uso del discurso de «menos pero mejor [carne]», no ha tenido el efecto deseado y ha conducido al debilitamiento de los modelos campesinos sin repercutir en los modelos más industrializados. En los últimos años, debido a la falta de apoyo real, el enfoque campesino de la ganadería ha seguido debilitándose, mientras que el fortalecimiento del enfoque industrializado destructivo continúa.
Es entonces urgente que Europa se embarque en una verdadera transición hacia la sostenibilidad social, económica y medioambiental. Es hora de reflexionar sobre cómo alejarse de los modelos de ganadería industrializada de forma viable y garantizar que en Europa no se crían más animales de los que puede soportar un territorio determinado -empezando por la alimentación animal-, cerciorándonos al mismo tiempo de que lxs ganaderxs reciban una remuneración adecuada por el fruto de su trabajo. Es lo que llamamos la reterritorialización de la ganadería.
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